Un
problema frecuente cuando intentamos perder peso y cuidar la línea
es no poder controlar los deseos de comer que surgen de nuestro
cuerpo, por eso, para que comer más sano y en menores cantidades no
sea tan difícil, dejamos algunos consejos para lograr
más saciedad y menos hambre con ayuda de la cocina.
Tipos de saciedad
La
saciedad es lo que da fin a la sensación de hambre en el organismo y
determina el tiempo de ayuno entre una ingesta y otra, por ello,
favorecer el logro de saciedad
puede ser de gran ayuda para cuidar la línea mediante lo que
comemos.
Para
poder lograr más saciedad es fundamental saber que a los fines
prácticos, se pueden identificar diferentes
tipos de saciedad,
entre ellos:
Saciedad
mecánica:
se asocia al volumen y dureza de los alimentos. A mayor volumen y
mayor necesidad de masticar un alimento o preparación, más saciedad
lograremos.
Saciedad
cognitiva:
se relaciona con lo aprendido y lo cultural. Si acostumbramos a
consumir alimentos dulces en el desayuno por aprendizaje o cultura y
eventualmente consumimos alimentos salados, éstos últimos nos
saciarán menos que los dulces habituales.
Saciedad
química:
se asocia a la composición química o nutricional de lo que comemos.
Hay nutrientes que exigen mayor esfuerzo y tiempo de digestión que
otros y por ello, sacian más. Éste es el caso de las proteínas o
hidratos ricos en fibra y de bajo índice glucémico.
Saciedad
hedónica:
relacionada con el placer que producen los alimentos al ser
consumidos. Comer lo que nos gusta probablemente sacie más que comer
lo que debemos, por ello la clave está en poder crear preparaciones
sabrosas y placenteras al mismo tiempo que saludables y que
favorezcan los otros tipos de saciedad.
Claramente
la clave es poder favorecer los diferentes
tipos de saciedad
en forma habitual, de manera de mantener el hambre a raya y así
volver al cuidado de la línea y de nuestra dieta una tarea más
sencilla.
Cómo lograr más saciedad y menos hambre
El
gusto por la cocina es un gran recurso cuando buscamos cuidar lo que
comemos, sólo debemos escoger muy bien los ingredientes así como
los métodos de cocción y la forma de presentación para favorecer
la saciedad y lograr que el hambre se mantenga bajo control a lo
largo del día.
Algunos
trucos
que podemos considerar para que, con ayuda de la cocina, logremos
platos que sacien son:
Escoger
ingredientes ricos en fibra
para elaborar platos que tengan más textura y dureza y exijan
masticación. Asimismo, la fibra reduce el índice glucémico de los
platos y dificulta la digestión, favoreciendo no sólo la saciedad
mecánica, sino también, la saciedad química. Por ejemplo, sumar
semillas, frutas y vegetales frescos, legumbres o cereales integrales
a los platos.
Incluir
proteínas magras
en las preparaciones, para dificultar la digestión y lograr que el
hambre se mantenga a raya por más tiempo, ya que tienen un efecto
saciante superior.
Establecer
horarios relativamente regulares para cada comida e intentar
respetarlos,
pues esto favorece la saciedad cognitiva al ingerir alimentos cuando
acostumbramos y no pasar por alto los momentos de comida habituales.
Incluir
ingredientes frescos y con alto contenido de agua
en nuestros platos, pues incrementan el volumen sin sumar calorías,
por lo que contribuyen con la saciedad mecánica. Por ejemplo, una
ensalada de hojas verdes o una gelatina de frutas.
No
eliminar ingredientes o preparaciones que nos gusten
o sean de nuestra preferencia de nuestra dieta, pues éstas son las
que conservarán la saciedad hedónica y nos permitirán sentir
placer al comer.
Tener
en cuenta que los sólidos siempre sacian más que los líquidos,
ya que a mayor dureza más saciedad. Por lo tanto, saciará más un
vaso de leche con cereales y frutos secos que un batido con todos
estos ingredientes triturados.
Teniendo
en cuenta estos consejos, debemos usar la creatividad para poder
conjugar en una misma preparación placer, mayor tiempo de digestión,
gran volumen o más textura y normas culturales que indican qué y
cuando comer.
Para
lograr
más saciedad,
podemos elaborar nuestro pastel de queso preferido con un queso bajo
en grasas, al cual podemos sumar gelatina para agregar volumen sin
casi calorías, y también batido que incorpora aire al plato. Por
último, para lograr un poco más de textura podemos acompañarlo con
frutas frescas. Así, tendremos un plato con proteínas, con volumen
y textura, que nos gusta y que resulta ideal para consumir como
postre como siempre lo hemos hecho.
Partiendo
de los platos que nos apetecen, algunos ejemplos
de preparaciones que sacian
son:
-Si tu
dulce preferido son los helados, quizá puedes elaborar unos polos
de fresa y yogur, que tienen proteínas
que sacian, mucha agua, buen volumen, sin muchas calorías.
-Si
tienes una marcada preferencia por la pizza, puedes elaborar esta
receta de masa de pizza
rústica de centeno que aporta mucha fibra
y reduce el índice glucémico, lo que brinda saciedad química y
mecánica, además de respetar el placer que te genera su ingesta.
-Si te
apetecen los pasteles, un pastel
ligero de yogur y fresas puede ser de mucha ayuda, ya que
ingerirás un plato dulce de
gran volumen,
con proteínas, con fruta fresca y sin muchas calorías que calmará
tus deseos de comer algo dulce además de mantener el hambre a raya.
-Si te
encantan las hamburguesas, puedes probar con una hamburguesa
de calabacín y garbanzos que contiene mucha fibra, proteínas
vegetales y buena
textura que exige masticación
y favorece la saciedad.
Recuerda
que si acostumbras a consumir preparaciones saladas en almuerzo y
cena, consumir un paquete de galletas dulces que tiene igual o más
calorías que un plato de pastas no te saciará igual, pues no es lo
que la cultura y tu aprendizaje indica como adecuado para la comida
del mediodía.
Intenta
poner en marcha los consejos antes dados y con ayuda de tu
creatividad, lograr
más saciedad y menos hambre en la cocina,
si dejar de comer alimentos o preparaciones que sean de tu agrado.