Alimentos
funcionales (en la literatura especializada se suele abreviar como
AF) son aquellos alimentos
que son elaborados no sólo por sus características
nutricionales sino también para cumplir una función específica
como puede ser el mejorar la salud
y reducir el riesgo de contraer enfermedades.
Para ello se les agregan componentes biológicamente activos, como
minerales,
vitaminas,
ácidos grasos,
fibra
alimenticia o antioxidantes,
etc. A esta operación de añadir nutrientes exógenos se le denomina
también fortificación. Este tipo de alimentos es un campo emergente
de la ciencia
de los alimentos que ve una posibilidad muy amplia de
investigación alimentaria. Entre los logros más mencionados en la
literatura científica y en el marketing
de los productos alimenticios se encuentra la mejora de las funciones
gastrointestinales, el aporte de sistemas redox
y antioxidante,
así como la modificación del metabolismo
de macronutrientes.
Existe,
no obstante, una preocupación creciente desde finales del siglo XX
por parte de las autoridades sanitarias en lo que respecta a la
educación del consumidor sobre el consumo y las propiedades
atribuidas a este tipo de alimentos.
Las autoridades alimentarias y sanitarias de todo el mundo reclaman a
los consumidores que el consumo de estos alimentos sea parte de una
dieta equilibrada y
en ningún caso como un substituto de la misma. A pesar de este
crecimiento en la demanda, la comunidad científica mundial se
encuentra evaluando la idoneidad para la salud humana del consumo de
este tipo de alimentos, sobre todo si se consideran consumos a largo
plazo. Este tipo de alimentos cubre un amplio espectro de
posibilidades que pueden ir desde simples cereales
y sus productos, lácteos
diversos hasta pasar por alimentos de diseño.
Algunos de los alimentos funcionales se han diseñado para cubrir ciertos aspectos como:
1.
Funciones gastrointestinales. Estas funciones incluyen aquellas que
están asociadas a la microflora
bacteriana en el colon,
mediar en la actividad endocrina
del tracto
gastrointesinal, actuar sobre la actividad imune del tracto,
control de la biodisponibilidad
(sobre todo de minerales),
control del tiempo de tránsito.
2.
Sistemas redox y
antioxidante.
Estos sistemas requieren un consumo balanceado de antioxidantes y
(pro-)vitaminas así
como de componentes alimentarios tales como los polifenoles
y otros antioxidantes naturales de origen vegetal. Las actividades
redox y la
protección antioxidante son muy importantes para las células
y tejidos y su desequilibrio se asocia con la aparición de diversas
enfermedades. A pesar de estas hipótesis fundadas existen todavía
problemas en la comunidad científica a la hora de demostrar los
efectos beneficiosos de los antioxidantes en los alimentos
funcionales.
3.
Metabolismo de macronutrientes - Este objetivo es específico del
metabolismo
de carbohidratos, metabolismo
de aminoácidos, y ácidos
grasos.
4.
Ayudas al feto - El alimento de la madre y del feto
son objetivos en algunos alimentos funcionales, un ejemplo es el
ácido fólico.
5.
Metabolismo xenobiótico y su modulación mediante componentes
no-nutritivos, tal y como algunos fitoquímicos.
6.
Modificar el humor y la capacidad psicológica
Algunos ejemplos son:
Huevos
enriquecidos con ácidos
grasos esenciales omega-3, ayudan a reducir el riesgo de
afecciones cardíacas.
Leche
y yogures
fermentados con cultivos probióticos
facilitan la digestión.
Cereales
con ácido
fólico, que ayudan a reducir el número de niños que nacen con
espina bífida
Margarinas
con fitoesteroles
(benecol) que
reducen el colesterol
y disminuyen el riesgo de padecer afecciones cardiácas