Tu teléfono te ayuda a perder peso
Las
aplicaciones
digitales
están
revolucionando
el
mundo
de
las
dietas. Perder peso
ya
no
es
una
cuestión
de
fuerza
de
voluntad,
sino
de
avances tecnologícos,
tal
y
como
intenta
vendernos
la
industria.
Y, parece ser, que
nos
está
convenciendo.
Cada
mes
aparecen
mil
aplicaciones
nuevas
relacionadas
con
la
perdida de peso y la nutrición.
Perder
peso
en
la
era
digital
funciona
así:
Por
la
noche,
me
subo
a
mi
báscula
Wi-Fi,
que
le
comunica
a
mi
'smartphone'
mi
peso
y
mi
porcentaje
de
grasa
corporal.
En
la
muñeca
llevo
una
pulsera
que
cuenta
mis
pasos
y
esfuerzo
muscular
y
que
también
está
sincronizada
con
mi
móvil.A
la
hora
de
comer
vuelvo
a
echar
mano
del
smartphone.
Escaneo
el
código
de
barras
de
todo
lo
que
vaya
a
consumir.
En
cuestión
de
segundos,
una
aplicación
dietética
calcula
el
menú
adecuado.
Mi
peso
(el
de
ayer,
el
de
hoy
y
también
el
pronóstico
del
de
mañana)
aparece
en
la
pantalla
en
forma
de
vistosas
curvas
multicolores».
«Adelgazar nunca fue tan sencillo», explicaba la experta en temas nutricionales Silke Gronwald en la revista Stern, tras seguir un programa digital para perder peso. «Al menos eso es lo que nos promete una industria que vive de los michelines y de la eterna lucha del ser humano con la autodisciplina». El último grito en este mercado lo constituyen los podómetros electrónicos, las básculas inteligentes y las apps para mejorar la salud. Estos asistentes nos animan con estruendosas fanfarrias cuando hemos conseguido estar más activos y nos avisan cuando corremos el riesgo de no alcanzar nuestro objetivo diario.
Estamos
hablando
de
un
negocio
enorme.
En
2012,
la
industrias
del
adelgazamiento
registraron
un
volumen
de ventas
de 100.000
millones
de
euros
solo
en
Europa.
Viven
de
sacarles
el
dinero
a
los
consumidores
mediante
unas
promesas
que
se
renuevan
constantemente.
Estas
empresas
han
entendido
que
incluso
el
fracaso
que
representa
el
típico
efecto
yoyó
puede
convertirse
en
la
razón
que
nos
convenza
de
volver
a
intentarlo
con
el
último
método
lanzado
al
mercado.
Primero
vinieron
las
dietas
disociadas,
que
aseguraban
que
no
hay
que
tomar
juntos
hidratos
de
carbono
y
proteínas,
una
tesis
que
fue
refutada.
Las
siguió
la
dieta
de
Atkins,
que
permitía
comer
toda
la
carne
y
grasas
que
uno
quisiera,
pero
nada
de
hidratos
de
carbono.
En
los
años
ochenta
se
produjo
un
giro
radical:
se
descubrió
que
la
grasa
era
perjudicial
y
fue
demonizada.
Y
a
principios
del
siglo
XXI,
los
hidratos
volvieron
de
repente
a
estar
en
la
picota.
La
digitalización
está
catapultando
a
la
industria
dietética
hacia
una
nueva
dimensión.
Para
este
sector
se
trata
de
una
verdadera
revolución.
Perder peso se
presenta
como
una
cuestión
de
recursos
tecnológicos
y
ya
no
solo
como
una
cuestión
de
fuerza
de
voluntad.
Solo
el
número
de
apps
basadas
en
la
salud
ha
aumentado
hasta
superar
las
cien
mil,
y
cada
mes
se
suman
mil
más.
La
nueva
concepción
del
adelgazamiento
está
haciendo
tambalearse
a
clásicos
como
el
gigante
Weight
Watchers.
La
mayor
empresa
del
mundo
dedicada
a
las
dietas,
con
sede
en
Nueva
York
y
que
se
hizo
conocida
con
su
principio
de
perder
peso
mediante
la
presión
del
grupo
y
la
obtención
de
puntos,
reconoció
recientemente
que
sus
resultados
económicos
son
pésimos.
Los
antiguos
Weight
Watchers
se
están
pasando
a
Internet
y
apuestan
por
unos
programas
de
adelgazamiento
que
resultan
más
ágiles
y
más
baratos.
La
cuota
de
acceso
a
la
versión
on-line
de
Weight
Watchers
es
de
50
euros
por
tres
meses,
mientras
que
una
aplicación
similar
se
puede
conseguir
de
forma
gratuita
y
un
coaching
en
línea
por
ese
mismo
tiempo
cuesta
30
euros.
Y
gracias
a
la
interconexión
con
otros
usuarios
ahora
están
sometidos
a
la
presión
del
grupo
de
una
forma
constante,
o
al
menos
esa
es
la
impresión
que
reciben.Reunir
la
mayor
cantidad
posible
de
datos
sobre
el
cuerpo
y
el
estilo
de
vida
nos
hace
ser
más
conscientes
de
nuestros
hábitos,
lo
que
no
está
mal,
siempre
y
cuando
lo
hagamos
con
moderación.
De
no
ser
así,
podríamos
alterar
de
forma
negativa
la
percepción
de
nuestro
propio
cuerpo.
Las
personas
que
vigilan
obsesivamente
el
funcionamiento
de
su
cuerpo,
que
anotan
sus
datos
sin
tregua
y
que
pretenden
optimizar
su
rendimiento
como
si
fuesen
máquinas
corren
el
riesgo
de
hacer
depender
su
bienestar
personal
de
un
puñado
de
números.
Y
no
se
trata
de
eso.
Precisamente
ese
es
el
problema
de
los
dispositivos
digitales,
que
no
tienen
en
cuenta
la
situación
personal
ni
el
estado
emocional
del
usuario,
tal
y
como
alertan
los
expertos.
Una
app
es
insensible,
no
tiene
piedad
porque
solo
ve
los
números.
Otro
elemento
no
desdeñable
es
el
coste.
La
pulsera
de
fitness,
la
báscula
Wi-Fi
y
las
aplicaciones
para
el
smartphone
cuestan
en
torno
a
los
500
euros.
Y
otro
problema
es
que
las
pulseras
de
control
no
son
aún
demasiado
precisas.
O,
dicho
de
otra
manera,
resulta
fácil
engañarlas.
El
aparato
no
puede
diferenciar
si
se
suben
las
escaleras
de
dos
en
dos
y
a
la
carrera.
Si
se
sienta
tranquilamente
en
una
silla
pero
se
pone
a
bracear,
lo
interpreta
como
que
se
está
haciendo
footing.
Y
si
se
apoya
la
mano
en
el
manillar
de
la
bicicleta
estática
mientras
se
pedalea,
deja
de
contar.
Además,
si
bien
es
cierto
que
los
asistentes
digitales
sirven
para
motivar
y
mantienen
al
cliente
informado
y
controlado
las
24
horas,
demandan
bastante
tiempo.
El
simple
proceso
de
introducción
de
datos
lleva
un
buen
rato.
Y
es
un
hecho
incuestionable
que,
al
final,
perder
peso
sigue
requiriendo
sudor,
sacrificio
y
comer
mucha
verdura.
6
errores
de
peso
-Lo
'light'
adelgaza.
Con
todo
su
sabor
y
sin
calorías...
es
lo
que
aseguran
los
fabricantes.
Pero
un
estudio
de
la
Johns
Hopkins
School
ha
demostrado
que
este
tipo
de
bebidas
no
sirven
para
perder
peso.
En
dicho
estudio,
los
participantes
que
las
ingirieron
incluso
llegaron
a
consumir
más
calorías
que
los
que
tomaban
la
bebida
original
con
azúcar.
Los
expertos
sospechan
que
los
edulcorantes
alteran
el
mecanismo
de
control
del
apetito.
-Las
pastillas
adelgazan.
La
industria
farmacéutica
'sueña'
con
la
píldora
quemagrasa.
Pero
hasta
la
fecha
no
ha
encontrado
ninguna
sustancia
que
haga
adelgazar
sin
problemas.
Los
supresores
del
apetito
han
presentado
efectos
secundarios
importantes,
y
parte
de
ellos
han
sido
retirados
del
mercado.
Los
'productos
bloqueagrasas'
apenas
tienen
eficacia
o
producen
efectos
secundarios
como
trastornos
digestivos
y
náuseas.
-El
deporte
adelgaza.
El
deporte
estiliza
la
figura,
acelera
el
metabolismo
y
es
muy
importante
para
el
sistema
cardiovascular
y
la
salud.
Sin
embargo,
sus
efectos
sobre
el
peso
están
sobredimensionados.
Una
carrera
de
unos
20
minutos
hace
quemar
las
mismas
calorías
que
aporta
una
chocolatina.
Y
para
compensar
las
calorías
de
un
vaso
de
zumo
de
manzana
hay
que
dar
pedales
durante
al
menos
15
minutos.
-Quitar
toxinas
adelgaza.
En
los
años
veinte,
el
médico
Otto
Buchinger
extendió
la
idea
de
que
de
vez
en
cuando
había
que
limpiar
el
cuerpo,
especialmente
el
intestino,
como
las
tuberías
de
una
casa.
Pero
desde
un
punto
de
vista
médico,
no
existe
la
desintoxicación,
pues
el
organismo
se
descontamina
solo
constantemente.
Que
nos
sintamos
mejor
después
de
unos
días
de
ayuno
se
debe
a
un
aumento
en
los
niveles
de
endorfinas.
-Lo
bajo
en
grasa
adelgaza.
Los
supermercados
están
llenos
de
productos
que
aseguran
tener
poca
grasa.
El
problema
es
que
muchos,
como
los
yogures,
las
suplen
por
azúcares.
En
otros
alimentos,
como
salchichas
o
carne
picada,
se
compensa
la
reducción
de
grasas
con
agua.
Y
como
la
grasa
también
aporta
parte
del
sabor
se
la
sustituye
por
potenciadores
del
sabor,
sal
y
aromas
artificiales.
Las
bombas
de
grasa
se
convierten
en
bombas
químicas.
-Masticar
adelgaza.
Los
chicles
sin
azúcar,
que
muchos
emplean
como
disuasorios
para
no
acercarse
a
la
comida,
incorporan
a
menudo
la
urea
entre
sus
ingredientes.
La
urea,
una
sustancia
de
desecho
del
metabolismo,
tiene
un
efecto
refrescante
y
mejora
las
propiedades
masticables.
La
producción
sintética
de
esta
sustancia
es
higiénicamente
cuestionable.
Se
esconde
bajo
la
denominación
E927b
y
solo
está
permitida
en
los
chicles.
Antes
y
después
La
mayoría
de
las
dietas
se
venden
con
imágenes
'estimulantes'.
Pero
¿son
de
verdad?
El
mito
del
antes
y
el
después.
¿Quién
no
se
ha
sorprendido
al
ver
las
fotografías
del
antes
y
el
después
de
personas
con
un
importante
sobrepeso
que
aparecen
ante
las
cámaras
esbeltas,
atractivas
y
felices?
A
los
fabricantes
de
productos
dietéticos
les
encanta
usar
este
tipo
de
imágenes.
Pero
¿de
dónde
salen
esas
fotos?
El
canal
norteamericano
de
televisión
NBC
comprobó
recientemente
que
algunas
de
esas
sorprendentes
historias
eran
verdaderas.
En
ciertos
casos,
las
imágenes
empleadas
habían
sido
robadas
de
páginas
web
privadas,
y
muchos
de
los
protagonistas
involuntarios
habían
adelgazado
de
verdad,
aunque
haciendo
deporte
y
llevando
una
alimentación
sana.
En
la
mayoría
de
los
casos,
nunca
habían
probado
los
productos
que
estaban
promocionando;
muchos
de
ellos
ni
siquiera
los
conocían.
El
mito
del
vientre
plano
y
el
pecho
abundante.
Quizá
sea
cierto
en
su
caso,
pero
no
es
lo
habitual.
La
creencia
general
de
que
se
puede
actuar
de
forma
específica
sobre
la
acumulación
de
grasa
en
partes
concretas
del
cuerpo
mediante
el
ejercicio
o
una
alimentación
especial
es
una
mera
ilusión.
Que
la
grasa
acumulada
desaparezca
antes
de
unas
zonas
u
otras
es
sobre
todo
una
cuestión
de
predisposición
natural.
Por
eso,
muchas
mujeres
que
logran
perder
peso
siguen
conservando
esos
poco
favorecedores
michelines
en
torno
al
abdomen
mientras
que
ven
cómo
su
pecho
se
reduce.
Él
mito
de
la
faja
masajeadora.
La
barriga
no
desaparece
con
masajes.
La
grasa
no
se
va
cepillando,
frotando
o
sudando.
Pero
esta
creencia
parece
imposible
de
erradicar:
las
fajas
para
eliminar
la
barriga
son
un
éxito
de
ventas
en
las
teletiendas
desde
hace
años,
igual
que
la
ropa
para
adelgazar
mediante
infrarrojos.
En
los
años
cuarenta
ya
existía
un
personaje
de
Hollywood,
Sylvia,
que
prometía
que
«la
grasa
sale
a
través
de
los
poros
como
cuando
aplastas
una
patata».
Hoy,
la
industria
sigue
dándole
vueltas
a
la
forma
de
vendernos
todo
tipo
de
masajes
como
si
de
verdad
fueran
remedios
adelgazantes.
5
aplicaciones
'appdelgazantes'
gratuitas
-Nutrino.
Muchas
aplicaciones
personalizadas
para
adelgazar
son
de
pago,
pero
otras
son
gratuitas
y
sirven
para
hacerse
una
idea
de
su
funcionamiento.
Entre
ellas,
es
especialmente
popular
Nutrino,
que
marca
un
plan
personalizado
semanal
según
edad,
peso
y
actividad
física
-Noom
Weight
Loss.
Este
coach
virtual
se
centra
en
alentar
los
cambios
en
los
hábitos
y
estilos
de
vida.
Ofrece
alertas
para
que
no
se
te
olvide
ir
a
correr,
por
ejemplo.
El
concepto
de
disponer
de
un
asistente
personal
que
te
estimule
es
el
que
más
se
está
extendiendo.
-Diet
point.
La
mayoría
de
este
tipo
de
aplicaciones
están
en
inglés,
aunque
muchas,
como
Diet
Point,
tienen
versión
en
castellano.
Esta
recoge
más
de
cien
dietas
clasificadas
en
distintas
categorías:
vegetarianas,
celiacas,
detox...
y
con
lista
para
hacer
la
compra
-Fat
secret.
Un
eficaz
contador
de
calorías.
Proporciona
toda
la
información
nutricional
de
los
alimentos
y
hace
también
un
seguimiento
de
las
comidas
y
el
peso.
Como
muchas
de
las
aplicaciones
de
este
tipo,
dispone
de
un
escáner
de
códigos
de
barra
-Weight
what
matters.
Está
más
enfocada
a
la
salud
que
a
la
estética.
Ofrece
dietas
para
combatir
enfermedades
cardiovasculares
y
diabetes
e
incluso
dietas
con
propiedades
anticancerígenas.
Está
avalada
por
la
Asociación
Médica
Americana.