La ecuación en
cualquier dieta suele ser clara: si comes menos y te mueves más
adelgazarás. Es decir, casi todas las dietas buscan que la cantidad
de calorías que ingieres sean menores que las que quemas al día,
porque así se pierde peso. Sin embargo, de vez en cuando llega
alguna dieta revolucionaria que pone patas arriba esta teoría.
Zoë Harcombe, una
nutricionista estadounidense, ha puesto en práctica la dieta
Harcombe. Ella cree que aquellas dietas basadas en comer menos suelen
dar mal resultado porque, al final, dan ganas de comer más.
Entonces... ¿Cuál es su lema? "Come mejor y haz lo que
quieras".
El truco de la dieta
Harcombe es sustituir los alimentos procesados por alimentos frescos
y, sobre todo, no combinar grasas y carbohidratos en la misma comida.
Puedes comer ambos grupos de alimentos, pero nunca juntos.
Zoë Harcombe ha creado
un plan de dieta que consta de tres fases. Durante este periodo, se
irá produciendo un cambio en el estilo de alimentación, aprendiendo
una nueva -pero llevadera- rutina y, lo mejor de todo, sin pasar
hambre o sufrir antojos.
La dieta Harcombe ha
sido diseñada para ayudar también a combatir la obesidad en algunos
grupos de riesgo debido a sus condiciones de salud. En estos grupos
se encuentran los alérgicos a ciertos alimentos o los pacientes de
hipoglucemia -cantidad de azúcar bajo en la sangre-.
La primera fase de la
dieta, que dura sólo cinco días, supone en realidad una especie de
desintoxicación en el cuerpo de las costumbres anteriores. En este
tiempo no se pueden comer alimentos con azúcar, ni queso, ni comida
en escabeche, ni cereales (excepto arroz). En cambio, deberás
incluir gran cantidad de pescado, carne, huevos, yogurt, ensaladas y
verduras.
Una vez superados los
cinco primeros días de la fase 1, la segunda fase de la dieta
Harcombe puede durar todo lo que necesites, dependiendo del peso que
quieras perder. En esta etapa hay que eliminar de la dieta la comida
procesada, es decir, aquellos alimentos que hayan sufrido algún tipo
de alteración durante su elaboración. En este concepto se engloban
desde alimentos envasados como salchichas a las latas de conservas o
comida preparada.
Sin embargo, el punto
principal de esta fase es no mezclar carbohidratos y grasas en la
misma comida. Es decir, puedes comer pan y jamón en esta fase, ¡pero
nunca comas un bocadillo de jamón!
La buena noticia es que
en este tiempo puedes comer todo lo que quieras cuando tengas hambre.
Por lo tanto, no te obsesiones buscando los alimentos más saludables
que encuentres, porque no será eso lo que te haga perder peso.
En la tercera fase de
la dieta, cuando ya has alcanzado el peso deseado, tienes que
incorporar esa rutina saludable en tu vida diaria. La comida
procesada sigue estando prohibida habitualmente, aunque puedes
comerla de forma ocasional.
El principio básico a
seguir a partir de ahora es continuar con la dieta pero permitiendo
pequeñas licencias. Siempre que puedas, cuando estés en casa o
salgas y veas la oportunidad, sigue haciendo la dieta para compensar
los excesos.
Resultados: Con la
dieta Harcombe se pueden perder entre 2 y 5 kilos en la primera fase,
siendo desde ese momento la pérdida de peso constante durante toda
la segunda etapa. Una cantidad que, cuanto menos, suena muy bien.
Hagamos un repaso a las
ventajas y desventajas antes de comenzar con ella.
Entre las ventajas se
encuentra que se puede comer cuando se quiera, por lo que pasar
hambre no parece una posibilidad. Otro punto a favor es que en esta
dieta, a diferencia de otras, no cortas ningún grupo importante de
alimentos, así que puedes comer de todo. Sin embargo, hay que tener
en cuenta cuáles son los productos procesados para mantenerse
alejados de ellos.
Pero, ¿cuáles son las
desventajas? La dieta Harcombe, como cualquier dieta, requiere un
compromiso si quieres hacerlo bien y perder peso. Se trata de un plan
a largo plazo así que tal vez sea algo engorroso salir a tomar algo
o a cenar y encontrar algún plato que no combine grasas e hidratos
de carbono. Por otro lado, el hecho de no poder tomar alimentos
procesados puede limitarte un poco, especialmente si no se te da muy
bien la cocina.